sábado, 22 de octubre de 2016

La tradición clásica castellana en la obra de Salinas: apuntes para el aula


1. Introducción

Este trabajo trata de los trazos de la tradición poética castellana presentes en La voz a ti debida de Pedro Salinas, obra ineludible para todo estudiante de literatura. Dado que la poesía del 27 es muy compleja, que el principal tema tratado (el amor) es también visto desde una óptica filosófica y filológica, la clase tendrá que ser dirigida a alumnos de primero o segundo de bachillerato, con cierta madurez, con conocimientos previos de literatura española para una idea global de ésta, ya que se va a tratar, al mismo tiempo, siglo XX, Edad Media y Siglo de Oro. El objetivo es alumbrar a los alumnos con la idea de que toda creación literaria se sustenta sobre una tradición anterior, que no existe creatio ex nihilo, y que, ante toda poesía, siempre tengan abierto un “ojo crítico” que les haga cuestionarse cuánto es innovación y cuánto hay de homenaje a los grandes poetas anteriores. (En el arte también se cumple la famosa frase de Newton: “If I have seen further it is by standing on the shoulders of Giants”.) Pero más importante aún es comprender que la poesía no se limita a copiar de otros poetas anteriores, sino que se nutre de la tradición (concepto que no debe ignorarse) y, en el caso de Salinas, con un objetivo concreto y pretendido: la universalización de los valores humanos de la tradición poética castellana, o dicho de otro modo, lo que hay radicado en nuestra poesía desde tiempos medievales que puede comprender y sentir cualquier lector del mundo. Los “valores humanos”, del pasado y de implicación directa en el presente, se ponen de manifiesto en el sentir actual del ser humano de cualquier nacionalidad.

       Para situar La voz a ti debida conviene configurar tanto el panorama previo como el contemporáneo a Salinas en aquellos años. Vicente Granados considera que entre los años 1900-1939 se dio en Europa una transformación ideológica. En efecto, las corrientes ideológicas más importantes del XIX, como el krausismo, el regenaracionismo, la filosofía nietzscheana, marxista, etc., repercutirán en las primeras manifestaciones artísticas del siglo XX, así como tendrán importancia capital los ideólogos propios de este siglo, como Freud y Bergson.
            Los grandes acontecimientos históricos europeos, como la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa y el auge del fascismo tendrán su consideración por los intelectuales españoles. De todos modos, España tenía suficiente con sus propios problemas: el desastre del 98, la guerra de Marruecos y su consecuente Semana Trágica de 1909 y huelga general de 1917, revueltas obreras, atentados anarquistas, la “dictadura con rey” de Primo de Rivera, hasta llegar al advenimiento de la II República en 1931 y la Guerra Civil.
            En el plano literario también acontecerán revoluciones para encaminarse hacia una nueva estética. Tras el modernismo y la generación del 98, surge una nueva generación, los novecentistas (generación del 14), con Manuel Azaña, Gabriel Miró, Pérez de Ayala y Ramón Gómez de la Serna. Este último será el verdadero pionero del vanguardismo en España. En este grupo se suele incluir a Juan Ramón Jiménez, que abre la nueva corriente de la poesía pura, explotada por los miembros de la generación del 27.
            Paralelamente, en Europa se han consolidado los vanguardismos: Marinetti publica su primer manifiesto futurista en 1909; en Rusia, en torno a los años de la revolución, escribía Maiakovski; el expresionismo arraigaba en la lengua alemana con Georg Trakl; el cubismo en Francia con Apollinaire, confluyendo con el dadaísmo de Tzara, y con el que quizá tenga más influencia en el grupo del 27, el surrealismo, inaugurado por André Breton con su primer manifiesto en 1924.
            Finalmente, en 1927 tiene lugar el determinante acto conmemorativo del tercer centenario de la muerte de Góngora, que establecerá la más fecunda generación poética española de todos los tiempos. Se tratará en los apartados siguientes.

       2. Cuadros cronológicos

Periodo
Año
Acontecimientos históricos
Acontecimientos literarios
1886-1901: Regencia de María Cristina
1891

Nace Pedro Salinas.
1896

Rubén Darío, Prosas profanas y otros poemas (Buenos Aires, 2ª edición en París en 1901).
1898
Desastre del 98. Pérdida de las últimas colonias españolas.

1902-1931: Reinado de Alfonso XIII.
















1923-1930: Dictadura de Primo de Rivera.











1930-1931: “Dictablanda” de Dámaso Berenguer
1900
Exposición universal de París.

1903

Antonio Machado, Galerías.
1905
Guerra ruso-japonesa.
Rubén Darío, Cantos de vida y esperanza.
1907

Antonio Machado, Soledades, galerías y otros poemas.
1909
Semana trágica en Cataluña.

1910
Inicio de la Revolución Mejicana. Revolución republicana en Portugal.
Nace Miguel Hernández en Orihuela.
1912

Antonio Machado, Campos de Castilla.
1914-1918
Primera Guerra Mundial. Revolución rusa (1917).
Juan Ramón Jiménez, Platero y yo (1914), Diario de un poeta reciencasado (1917).
1921
Desastre de Annual

1923
Golpe de estado de Primo de Rivera.
Pedro Salinas, Presagios.
1925

Rafael Alberti, Marinero en tierra.
1927

Homenaje a Góngora en Sevilla. F. García Lorca, Canciones.
1928

F. García Lorca, Romancero gitano. Jorge Guillén, Cántico. Alberti, Sobre los ángeles.
1929
Crack de la bolsa en Nueva York. Exposición universal en Barcelona.
Pedro Salinas, Seguro azar.
1930
“Dictablanda” de Berenguer. Pacto de San Sebastián. Sublevación de Jaca.
Ortega y Gasset, La rebelión de las masas. R. Alberti, El hombre deshabitado.
1931-1939: II República
1931
II República. Constitución.
Pedro Salinas, Fábula y signo.
1933
Hitler sube al poder en Alemania. Gobierno de derecha en la República.
Pedro Salinas, La voz a ti debida. Miguel Hernández, Perito en lunas.
1936
Alzamiento militar del 18 de julio. Comienzo de la Guerra Civil española. Asesinato de Lorca.
Pedro Salinas, Razón de amor. Miguel Hernández, El rayo que no cesa. Luis Cernuda, La realidad y el deseo. Exilio de Salinas a Francia y a EEUU.

1939
Caída de Madrid y fin de la guerra.
Pedro Salinas, Largo lamento (1938), que no se publica hasta 1971.
1939-1975: Dictadura de Franco
1951

Muere Pedro Salinas en Boston, enterrado en San Juan de Puerto Rico.

    3. Breve biografía de Salinas

Nace en Madrid en 1891. Empieza a estudiar Derecho, que abandona, para matricularse en Filosofía y Letras en la Universidad Central de Madrid, donde se doctora en 1917. Entre 1914 y 1917 fue lector de español en la Sorbona (París). En un veraneo en 1915 conoce a Margarita Bonmatí, con quien se casa en Argel. En 1917 regresan a España y Salinas consigue la cátedra de literatura de la Universidad de Sevilla, donde permanecieron ocho años. Allí ejerció un importante influjo en los poetas andaluces. Entre 1922 y 1923 ocupó otro lectorado en Cambridge, y a su regreso publicó su primer libro de poemas, Presagios. En 1932 funda la revista Índice literario, cuya finalidad era informar de las novedades literarias españolas. Entre 1928 y 1936, integrándose en las actividades y objetivos de la Institución Libre de Enseñanza, a través del Centro de Estudios Históricos, se encargó de la Sección de Literatura Moderna y la organización de la Universidad de Verano.
            Este momento será crucial en su obra literaria y en su propia vivencia personal. En el verano de 1932, en Madrid, siendo director de la Universidad Internacional (1932-1936), conoce a una estudiante estadounidense, Katherine Prue Reding, de quien se enamoró inmediatamente. “Yo no necesito tiempo / para saber cómo eres. / Conocerse es el relámpago”, rezan sus versos, dando prueba de la transcendencia del encuentro, que dio un giro a su producción poética. Es a ella a quien destina secretamente sus poemarios La voz a ti debida (1933), Razón de amor (1936) y Largo lamento (1938). El romance se mantuvo mayormente de forma epistolar (muchas cartas las escribía Salinas en su residencia de verano en El Atlet, Alicante), con lo que esto supone en cuanto a la literariedad de la relación: de esas mismas cartas nació La voz a ti debida. Hacia 1935 la esposa de Salinas descubrió el romance y Katherine decidió poner fin a la relación; no obstante, tras el exilio de Salinas a EE. UU., al comenzar la Guerra Civil, siguieron teniendo algún contacto, hasta que ésta se casó con Brewer Whitmore el 23 de marzo de 1939. Pese a que ésta enviudó en 1943, el amor con Pedro ya había terminado definitivamente. Se vieron por última vez en 1951, poco antes de la muerte del poeta.
            Su exilio tuvo primeramente una estancia en Francia y después en EE. UU. Ocupó el cargo de profesor visitante en el Wellesley College (cuyo nombramiento tenía desde 1935); más tarde trabajó en la Universidad Johns Hopkins de Baltimore y en el verano de 1943 se trasladó a la Universidad de Puerto Rico, pero regresando a Baltimore en 1946. Este periodo fue fecundo en conferencias, trabajos y libros. Allí continuaría su labor poética y se aventuraría en otros géneros, como la novela y el teatro. Falleció en Boston el 4 de diciembre de 1951, aunque fue enterrado en San Juan de Puerto Rico.

  4. Obra de Salinas y su adscripción a la generación del 27

La obra poética de Salinas consta de tres etapas que pueden sintetizarse en el siguiente cuadro:

Primera etapa:
Periodo de tanteo y búsqueda de expresión propia (Marichal). Poesía pura y vanguardia.
Presagios (1923)
Alguna influencia de Juan Ramón Jiménez, huellas de Unamuno y Machado.
Seguro azar (1929)
En estas obras se acentúa ya el lirismo intelectual, característico de su poesía.
Fábula y signo (1931)
Segunda etapa:
El amor como gran tema, concreto, cotidiano, donde la idealización es compatible con la amada real.
La voz a ti debida (1933)
Historia vivida desde su pasión primera hasta la ruptura.
Razón de amor (1936)
Despedida, fin propio de un apasionado amor. Examen de lo que queda cuando se acaba.
Largo lamento (1938)
Melancolía ante la conciencia de que no se va a repetir, no va a volver.
Tercera etapa:
Deja la temática amorosa y se siente solidario con las angustias del hombre, los valores siempre vigentes. Poesía más inquieta y preocupada.
El Contemplado (1946)
Hace referencia al mar de Puerto Rico, contemplado por sus ojos y alma.
Todo más claro (1949)
Tono amargo. Aniquilación que puede sufrir la humanidad por los objetos que produce. Poema Cero, sobre la bomba atómica.
Confianza (1955, póstumo)
Desaliento, sólo hay esperanza en la contemplación. El poeta se aferra al amor a la vida y a la confianza en ella.
Otros géneros: teatro (12 piezas), novela (La bomba increíble, 1950; El desnudo impecable y otras narraciones, 1951), ensayo, crítica literaria, traducciones.

La lengua utilizada siempre es sencilla, aparentemente, cercana en cierto modo a la prosa, rasgo por el cual Lorca llamaba “prosías” a sus poemas. Siempre utiliza el verso corto, a excepción de algunos endecasílabos, y casi siempre prescinde de rima. La lengua es, sin embargo, concienzudamente meditada, las palabras están escogidas con exactitud clavada, con la máxima profundidad de sentido.
Como se ha visto en la parte teórica, entrelaza vanguardia y tradición. Desde joven pretendía librar a la poesía “del yugo de la métrica”, y ceñirse a un léxico cercano, no rebuscado, pero apto para expresar la profunda complejidad de la realidad, su esencia.  Su sentencia siempre citada es “La poesía es una aventura hacia lo absoluto. Se llega más o menos cerca, se recorre más o menos camino, eso es todo…”, (Poesía española contemporánea, Madrid, Signo, 1934) lo que viene a decir que “La poesía es para él un modo de acceso a las honduras de la realidad, a la esencia de cosas y experiencias vitales” (Tusón/Lázaro, 231) y, naturalmente, es imposible llegar a su fondo absoluto (“se llega más o menos cerca”).
Los tres elementos básicos de su creación son, en sus propias palabras (Tusón/Lázaro, 231) y en orden de importancia: la autenticidad, después la belleza, y después, el ingenio. Las dos primeras le libran de ser un mero “conceptista”, como diría Spitzer, quien tiene razón, sin embargo, en su “agudeza y arte de ingenio”, arte para acercarse a “lo absoluto”, y que se manifiesta en paradojas, juegos de ideas, etc. “[…] el sentimiento y la inteligencia […] se hermanan de modo singular. El ingenio […] le permite ahondar en los sentimientos, en lo vivido, para descubrir lo que hay más allá de las anécdotas concretas […]” (íb.).
El amor es una búsqueda para Salinas. Los amantes deben deshacerse de todo aquello superficial o falso, para llegar a la desnudez del yo, el ser esencial. Así se persigue una mejora del ser, quizá la perfección, al tiempo la propia y la de la amada, lo cual puede causar dolor alguna vez (vv. 1449-1470). Esta búsqueda de lo íntimo, lo escondido en lo más recóndito y profundo, que no puede nombrarse (por eso la predilección por los pronombres), tiene lugar en el más absoluto aislamiento mental y emocional de los amantes, sin interferencias de la realidad mundana (Granados, 241):

En cuerpo y alma los amantes son amantes con ahínco permanente. Lo que se rehúsa es el fondo común. Ningún conflicto con ese “resto” social sobreviene ni puede sobrevenir porque ya está abolido. ¿Dónde acontece la gran aventura? En la más solitaria de las islas: esa soledad que recata (o recataba) siempre a las parejas de enamorados. Solos viven buscándose y hallándose, felices e inquietos en su orbe personal. ¿Habrá enamorados que no sean o intenten ser los habitantes exclusivos de una isla cerrada al universo? Porque ellos son un mundo. Lo que explica la situación de ese Tú y ese Yo sin perspectivas sociales.

La experiencia amorosa, pues, tiene una cara de felicidad, de goce, y otra de insatisfacción, al comprobar que la posesión física no es suficiente, por lo que reclama otra más espiritual que salve la unión cuando ésta termine. Dámaso Alonso resume el proceso en tres fases: 1) gozo; 2) angustia en el gozo; 3) dolor y sombras.
            La angustia y el dolor no conllevan ningún arrepentimiento, sino todo lo contrario: en el enamoramiento se crece vitalmente, se logra una plenitud existencial que tiene que ver con el valor más alto, la libertad. Un buen ejemplo que lo ilustra, que con seguridad conocía Salinas, es el Coloquio de los centauros de Rubén Darío, de Prosas profanas (1896).
A Salinas siempre se le ha incluido en el grupo o generación del 27. De hecho, suele ser el primero que se enumera en la nómina habitual: Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Lorca, Alberti, Aleixandre, Cernuda, Prados y Altolaguirre, en la enumeración de Dámaso Alonso. Como rasgos aglutinadores, además de la apretada convivencia y amistad de sus integrantes, se manifiesta en todos el equilibrio integrador entre tradición y renovación. En pleno periodo de vanguardia no son nada “iconoclastas”, sino como decía Guillén: “Una generación tan innovadora no necesitó negar a sus antepasados remotos o próximos para afirmarse” (Tusón/Lázaro, 223). Todos ellos adoptan en mayor o menor medida el doble magisterio de Juan Ramón Jiménez y Ramón Gómez de la Serna, complementado más tarde con algo de Unamuno, Machado y Rubén Darío. Toman del romanticismo a Bécquer (Alberti, en Sobre los ángeles, escribe un Homenaje a Bécquer; Cernuda titula su libro Donde habite el olvido por uno de sus versos, así como Salinas con Largo lamento) y, como establece el año del nombre del grupo, profesan un amor inmenso por los clásicos: Góngora, Manrique, Fray Luis, San Juan de la Cruz, Quevedo, y algo de la vertiente popular de Lope de Vega. Veneraban, pues, las formas populares del Romancero y del Cancionero tradicional. El romance fue una forma estrófica que recobró un auge espectacular en este periodo, con Lorca, Emilio Prados, etc.
Vicente Tusón y Fernando Lázaro Carreter (1993: 222-223) resumen los distintos aspectos de la tendencia al equilibrio de los poetas del 27 entre polos opuestos:
a)      Entre lo intelectual y lo sentimental: Machado los acusaba de ser “más ricos de conceptos que de intuiciones[1]”. Refrenan en parte la emoción con el intelecto.
b)      Entre una concepción cuasi-mística de la poesía y una lucidez rigurosa en la elaboración del poema. Equilibrio entre una concepción romántica y una clásica de la creación poética. Lorca: si era poeta “por la gracia de Dios (o del demonio)”, no lo era menos “por la gracia de la técnica o del esfuerzo”. Como decía Juan Victorio en sus clases tras comentar un poema difícil: “¿creéis que esto se hace fumando un porro?”
c)      Entre la pureza estética y la autenticidad humana: la exigencia estética o búsqueda de la belleza no debe sobrepasar la autenticidad de lo humano que se expresa en el poema.
d)     Entre lo minoritario y la “inmensa compañía”: alternan hermetismo y claridad. No llegan al lema de Juan Ramón “a la minoría, siempre”. De ahí que conviva lo culto y lo popular. Salinas dice que el poeta tiene que “hacer comunicable” la experiencia, y que el poema está “entre insobornable soledad e inmensa compañía”.
e)      Entre lo universal y lo español: sintonía con la poesía universal. Como dice Dámaso, la poesía “aunque abierta a muchos influjos exteriores, está profundamente arraigada en la entraña nacional y literaria española”.

Como se ha visto, todos estos puntos se cumplen en la poesía de Salinas.


      5. Antología de textos significativos

1)      Jorge Manrique, “Castillo de amor”: amor cortés, se destacan los rasgos de la lealtad y de la memoria, mediante el recurso del pensamiento en la amada.

Hame tan bien defendido,
señora, vuestra memoria,
de mudanza,
que jamás nunca ha podido
alcanzar de mí victoria,
olvidanza:
porque estáis apoderada
vos de toda mi firmeza
en tal son,
que no puede ser tomada
a fuerza mi fortaleza
ni a traición.
[…]
Mi pensamiento, que está
en una torre muy alta,
que es verdad,
sed cierta que no hará,
señora, ninguna falta
ni fealdad;
que ninguna hermosura
no puede tener en nada
ni buen gesto,
pensando en vuestra figura
que siempre tiene pensada
para esto.
[…]

Nótese que Juan Ramón Jiménez (1881-1959, contemporáneo de Salinas) recurre al pensamiento relacionado con la imagen de la torre en su famoso soneto “Nada”:

A tu abandono opongo la elevada
torre de mi divino pensamiento.
[…]

2)      Garcilaso de la Vega. En el Soneto IV se destaca el estado de incertidumbre del amador, que en Salinas se equipara con la certeza de que con seguridad terminará perdiendo a la amada, y con el sentimiento de no alcanzar el alma de ésta.

IV

Un rato se levanta mi esperanza,
mas cansada d’haberse levantado,
torna a caer, que deja, a mal mi grado,
libre el lugar a la desconfianza.

¿Quién sufrirá tan áspera mudanza
del bien al mal? ¡Oh corazón cansado,
esfuerza en la miseria de tu estado,
que tras fortuna suele haber bonanza!

Yo mesmo emprenderé a fuerza de brazos
romper un monte que otro no rompiera,
de mil inconvenientes muy espeso;

muerte, prisión no pueden, ni embarazos,
quitarme de ir a veros como quiera,
desnudo espirtu o hombre en carne y hueso.

·         En el Soneto V se trata la interiorización del recuerdo de la amada en el alma del poeta/amante. De nuevo el factor del pensamiento en la actividad amatoria. De aquí deduce Leo Spitzer que el poeta “se inventa” a la amada por el verso “mi alma os ha cortado a su medida”.

V

Escrito’stá en mi alma vuestro gesto
y cuanto yo escribir de vos deseo:
vos sola lo escribistes; yo lo leo
tan solo que aun de vos me guardo en esto.

En esto estoy y estaré siempre puesto,
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.

Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma misma os quiero;

cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.

·         En la primera estrofa del Soneto VII se aprecia que el acto de amar, el “estado de amante”, es ya un fin en sí para el poeta, culmine o no el objeto de su amor.

VII

No pierda más quien ha tanto perdido;
bástate, amor, lo que ha por mí pasado;
válgame ora jamás haber probado (ora = ahora)
a defenderme de lo que has querido (defenderme = privarme).
[…]

3)      Francisco de Quevedo. En este soneto se trata el alma como origen de la fuerza amorosa y refugio de la memoria, contra lo más dañino para el amor: el olvido. El motivo del triunfo del amor en el recuerdo es la hermosura de la dama y la ardiente fe del poeta.

Si hija de mi amor mi muerte fuese,
¡qué parto tan dichoso que sería
el de mi amor contra la vida mía!
¡Qué gloria, que el morir de amar naciese!

Llevara yo en el alma adonde fuese
el fuego en que me abraso, y guardaría
su llama fiel con la ceniza fría
en el mismo sepulcro en que durmiese.

De esotra parte de la muerte dura,
vivirán en mi sobra mis cuidados,
y más allá del Lethe mi memoria.

Triunfará del olvido tu hermosura
mi pura fe y ardiente, de los hados;
y el no ser, por amar, será mi gloria.

·         Este otro famoso soneto es la clara muestra de la naturaleza espiritual, no material, del amor aurisecular. Nótese la alusión a la muerte como sombra, que puede relacionarse con las sombras que menciona Salinas si entendemos ambas como ‘lo inmaterial’. El final, ser polvo, no cuerpo, que vive por el hecho de estar “enamorado”, es lo mismo que Salinas plantea con “afanoso sueño de sombras”, aunque en la simultaneidad de la “corporeidad mortal y rosa”. En la clase, habrá que insistir en que se fijen en el contenido, no en los extremos hipérbatos y otros aspectos formales.

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra, que me llevare el blanco día;
y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso linsojera;

mas no de esotra parte en la ribera
dejará la memoria en donde ardía;
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa:

Alma a quien todo un Dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido,

su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrán sentido.
Polvo serán, mas polvo enamorado.

4)      Pedro Salinas, La voz a ti debida. Búsqueda del amor que trascienda lo físico, lo material, mediante ideales tradicionales de la lealtad, la memoria, el pensamiento, la viveza de la presencia de ella en el poeta mientras está ausente. Es el más puro “estado de amante” que eleva al poeta a la perfección. Por eso el amor no es nunca de desdenes ni se trata a la amada como enemiga. El amor, y ella misma, es una prodigiosa fuerza que da plenitud a la vida y confiere sentido al mundo, es enriquecimiento del ser y de la persona amada.

·         En este poema se expresa la intención del poeta de la búsqueda del amor absoluto hacia ella, más allá de todas las realidades conocidas, incluso más allá de su alma. El estado amatorio ansiado por el poeta es equiparable a la muerte, de ahí que tantos poetas medievales y auriseculares deseen morir mediante el amor[2].

Sí, por detrás de las gentes
te busco.
No en tu nombre, si lo dicen,
no en tu imagen, si la pintan.
Detrás, detrás, más allá.

Por detrás de ti te busco.
No en tu espejo, no en tu letra,
ni en tu alma.
Detrás, más allá.

También detrás, más atrás
de mí te busco. No eres
lo que yo siento de ti.
No eres
lo que me está palpitando
con sangre mía en las venas,
sin ser yo.
Detrás, más allá te busco.

Por encontrarte, dejar
de vivir en ti, y en mí,
y en los otros.
Vivir ya detrás de todo
al otro lado de todo
-por encontrarte-,
como si fuese morir.
(78-101)

·         Pedro Salinas insiste en despojar a lo material de su naturaleza para llegar a lo profundo, a la esencia. Un rasgo característico de todo lo material, de toda realidad, es que tiene nombre. Cuando algo es nombrado, es rebajado al mundo de las cosas tangibles, de la realidad material, intranscendente. Por eso desea quitar el nombre a su amada:

[…]
Si tú no tuvieras nombre,
todo sería primero,
inicial, todo inventado
por mí,
intacto hasta el beso mío.
Gozo, amor: delicia lenta
de gozar, de amar, sin nombre.

Nombre, ¡qué puñal clavado
en medio de un pecho cándido
que sería nuestro siempre
si no fuese por su nombre!
(299-309)

·         El poeta es consciente de que para no nombrar se puede aludir o señalar, y para eso sirven precisamente los pronombres. Tratarla a ella de , sin nombrarla, es una forma de evasión de la materia. Es, además, un acto amoroso por su intrínseca alteridad, al plantear el Tú una distancia del Yo, porque el amor es la distancia máxima del Yo. Garcilaso y otros poetas amorosos se ciñen al “tú”, al “vos”, y todos los pronombres de todo tipo de segunda persona por este motivo.

¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!

Quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
irreductible: tú.
Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo,
sólo tú serás tú.
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo,
te diré:
“Yo te quiero, soy yo.”
(496-521)

·         Otra muestra de la experimentación de la muerte en la actividad amatoria (retorno al palpitar primero, al caos):

[…]
¡Que caiga todo! Ya
lo siento apenas. Vamos,
a fuerza de besar,
inventando las ruinas
del mundo, de la mano
tú y yo
por entre el gran fracaso
de la flor y del orden.
Y ya siento entre tactos,
entre abrazos, tu piel,
que me entrega el retorno
al palpitar primero,
sin luz, antes del mundo,
total, sin forma, caos.
(641-654)

·         La muerte en el amor implica vivir en el otro al tiempo que se es vivido por el otro, en la distancia máxima del Yo. Recuérdese a Santa Teresa, “vivo sin vivir en mí”. Juan Villegas (Debicki, 1976: 137-138) afirma que el tema se corresponde con la poesía de la tradición amorosa mística: “La segunda unidad –versos 22 a 24- representa la culminación afectiva del proceso unitivo. Casi en el centro del poema –verso 22- se encuentra la única exclamación –signo de derrame sentimental-: “¡Qué transporte ya!”. La estructura del poema coincide, en cierto modo, con la de la poesía de algunos místicos. […] El hablante revela el olvido de sí mismo y su anegamiento en Dios, típicos del acto unitivo”. Pone de ejemplo el poema de Fray Luis de León, “A Francisco Salinas[3]”. La unión es el fin vital: en los místicos, con Dios; en Pedro Salinas, con la amada.

Qué alegría, vivir
sintiéndose vivido.
Rendirse
a la gran certidumbre, oscuramente,
de que otro ser, fuera de mí, muy lejos,
me está viviendo.
[…] (792-797)
La vida -¡qué transporte ya!-, ignorancia
de lo que son mis actos, que ella hace,
en que ella vive, doble, suya y mía.
[…] (813-815)

·         La verticalidad la asocia Salinas a la realidad material, al mundo de lo nombrable y lo tangible, mientras que la horizontalidad es lo que hay “en la muerte o en el beso”. Se llega al “amor más ingrávido” por la gravedad; es el peso de ser “carne de vida” lo que a uno le tumba horizontal. Se busca en el amor una transformación, un cambio en esencia. De ahí el ideal del amor como búsqueda de la transcendencia.

     
Horizontal, sí, te quiero.
Mírale la cara al cielo,
de la cara. Déjate ya
de fingir un equilibrio
donde lloramos tú y yo.
Ríndete
a la gran verdad final,
a lo que has de ser conmigo,
tendida ya, paralela,
en la muerte o en el beso.
Horizontal es la noche
en el mar, gran masa trémula
sobre la tierra acostada,
vencida sobre la playa.
El estar de pie, mentira:
sólo correr o tenderse.
Y lo que tú y yo queremos
y el día -ya tan cansado
de estar con su luz, derecho-
es que nos llegue, viviendo
y con temblor de morir,
en lo más alto del beso,
ese quedarse rendidos
por el amor más ingrávido,
al peso de ser de tierra,
materia, carne de vida.
En la noche y la trasnoche.
y el amor y el trasamor,
ya cambiados
en horizontes finales,
tú y yo, de nosotros mismos.
(1108-1138)

 ·       La búsqueda siempre implica la elevación a un estado superior, a la perfección, lo cual era ya un ideal renacentista. Se destaca en negrita la oración clave.

Perdóname por ir así buscándote 
tan torpemente, dentro 
de ti. 
Perdóname el dolor, alguna vez. 
Es que quiero sacar
de ti tu mejor tú. 
Ese que no te viste y que yo veo, 
nadador por tu fondo, preciosísimo. 
Y cogerlo 
y tenerlo yo en alto como tiene 
el árbol la luz última 
que le ha encontrado al sol.
Y entonces tú
en su busca vendrías, a lo alto. 
Para llegar a él 
subida sobre ti, como te quiero, 
tocando ya tan só1o a tu pasado
con las puntas rosadas de tus pies, 
en tensión todo el cuerpo, ya ascendiendo 
de ti a ti misma.
Y que a mi amor entonces le conteste 
la nueva criatura que tú eras.
(1449-1470)

·         Sobre la fidelidad o lealtad en el amor. El poeta percibe el llamamiento de las “sirenas” o “tiernas muchachas lánguidas que salen de los automóviles”, pero no siente atracción hacia ellas.

¡Qué paseo de noche
con tu ausencia a mi lado!
Me acompaña el sentir
que no vienes conmigo.
Los espejos, el agua
se creen que voy solo;
se lo creen los ojos.
Sirenas de los cielos
aún chorreando estrellas,
tiernas muchachas lánguidas,
que salen de los automóviles,
me llaman. No las oigo.
(1538-1549)

·         Sobre la búsqueda del trasfondo inmaterial del amor, para convertirlo en pensamiento puro y permanecer en el “estado de amante”. La sombra es lo inmaterial de ella que vive en él. Todo lo material, lo palpable, es una barrera que impide alcanzar lo profundo, pero a la vez es el único camino para alcanzarlo. El fin último es hacerla vivir dentro de él, convertirla en pensamiento: tu solo cuerpo posible: / tu dulce cuerpo pensado.

Me estoy labrando tu sombra.
La tengo ya sin los labios,
rojos y duros: ardían.
Te los habría besado
aún mucho más.

Luego te paro los brazos,
rápidos, largos, nerviosos.
Me ofrecían el camino
para que yo te estrechara.

Te arranco el color, el bulto.
Te mato el paso. Venías
derecha a mí. Lo que más
pena me ha dado, al callártela,
es tu voz. Densa, tan cálida,
más palpable que tu cuerpo.
Pero ya iba a traicionarnos.

Así
mi amor está libre, suelto,
con tu sombra descarnada.
Y puedo vivir en ti
sin temor
a lo que yo más deseo,
a tu beso, a tus abrazos.
Estar ya siempre pensando
en los labios, en la voz,
en el cuerpo,
que yo mismo te arranqué
para poder, ya sin ellos,
quererte.
¡Yo, que los quería tanto!
Y estrechar sin fin, sin pena
-mientras se va inasidera,
con mi gran amor detrás,
la carne por su camino-
tu solo cuerpo posible:
tu dulce cuerpo pensado.
(1946-1981)

·         La justificación del poeta del sufrimiento tras el amor cuando acaba existe tanto en Quevedo como en Salinas. Es la idea clásica de “penar” por amores. El dolor es la prueba irrefutable de lo vivido:

[…]
Si tú no me quedaras,
dolor, irrefutable,
yo me lo creería;
pero me quedas tú.
Tu verdad me asegura
que nada fue mentira.
Y mientras yo te sienta,
tú me serás, dolor,
la prueba de otra vida
en que no me dolías.
La gran prueba, a lo lejos,
de que existió, que existe,
de que me quiso, sí,
de que aún la estoy queriendo.
(2206-2219)



    6. Guía para la exposición en el aula


El tema requiere bastante atención y conocimientos previos, que pueden repasarse someramente con los textos significativos de épocas anteriores. La demora en este tema puede ser a costa de otros, por ejemplo, de otros poetas del 27, que se pueden ver algo más rápido. Probablemente, en función del alumnado, el contenido deba resumirse.
El tiempo probable de exposición, y consecuente adquisición o desarrollo de conocimientos, es de dos sesiones, más lo que necesite el alumno para realizar las tareas en casa.
Una parte tendrá que ser indudablemente expositiva, de la vida y obra del poeta, así como el contexto histórico y literario, que se hará con ayuda de los cuadros cronológicos. Durante la explicación sería conveniente ir preguntando a los alumnos qué saben, por ejemplo: “¿qué sucede en 1931?”, de manera que participen. El tiempo para esto sería de una clase. Pueden proyectarse diapositivas con poemas seleccionados de la obra, así como pequeños mapas mentales como éste, que acompañen la explicación:



Para el estudio detenido del tema, la tradición clásica en La voz a ti debida, que se daría en la siguiente clase, convendría que hubiesen leído antes el libro o lo estén leyendo como lectura obligatoria. Si no entero, al menos una amplia selección de poemas. Se hablará someramente de la parte teórica de este trabajo, del amor cortés, del petrarquismo y del conceptismo, y se leerán los poemas de Manrique, Garcilaso y Quevedo del punto 3.5. A continuación se mostrará y comentará el siguiente esquema, con el que se trata de visualizar el conjunto de la tradición de la que se nutre Salinas (en amarillo, las épocas que corresponden a “la tradición clásica”):


            

          Una vez que se haya comprendido que los poetas clásicos castellanos forman la tradición, de la que se nutre Salinas, y a la que suma la innovación, a través de la poesía de la modernidad, se leerán los restantes poemas del apartado 3.5., los de Salinas, atendiendo a los puntos de contacto con la tradición clásica.
         Si hubiera tiempo, o como actividad extraescolar, se plantearía un foro de debate sobre el tema del amor tal como lo veía Pedro Salinas, tocando temas como la trascendencia, la búsqueda de la esencia, la separación del yo (equiparación a la muerte), la realidad material frente a lo inmaterial, etc.

            Como ejercicios para hacer en casa, después de lo visto, se podría mandar:

-          un comentario de texto de un poema de La voz a ti debida no visto en clase;
-        buscar ejemplos de poemas amorosos de otros autores con los mismos rasgos (amor cortés, pronombres yo-tú, aislamiento de los amantes como único mundo posible, búsqueda de transcendencia con el amor, etc.);
-      realizar una webquest que implique buscar información y responder con ella a preguntas que se planteen.

Como ejercicios voluntarios para subir nota:

-       elaboración de un poema original con las mismas pautas. Según desee el alumno, puede ser leído y corregido en privado por el profesor, o bien expuesto en clase, incluso proponerse para concursos o revistas literarias del instituto;
-   redacción de un ensayo acerca de qué se experimenta mediante el amor, una vez comprendida la concepción del amor para Salinas: elevación, perfeccionamiento, búsqueda de otro detrás, más allá, etc. Puede redactarse en forma de carta a un destinatario ficticio.


               7. Conclusiones

Después de lo expuesto, si la habilidad del docente es suficiente para hacer llegar lo esencial de este trabajo a los alumnos, y éstos a su vez construyen interiormente su imagen personal del tema, podrán éstos sentirse preparados para varios aspectos importantes de la vida.
En primer lugar, habrán añadido un notable bloque en su saber literario. Deberán haber comprendido el concepto de tradición y su importancia clave en la creación poética de cualquier época. Ciertas citas de Salinas lo ilustran con toda precisión y agudeza: la tradición es el hábitat, es donde se genera la vida, y cuanta más tradición, mejor.
Habrán podido apreciar una de las obras poéticas más famosas de la literatura universal, La voz a ti debida. Con ello habrán llegado a hacerse una idea de uno de los estilos más influyentes de la generación del 27, la poesía desnuda, libre, en un lenguaje casi hablado, y que justo por ello encuentra mejor abrigo a la autenticidad. De manera secundaria, pero también vital, es que hayan mejorado en la recitación, distinguiendo bien cómo entonar y dónde hacer las pausas.
Del tema y de los comentarios de los sucesivos poemas se habrán sumido en el gran tema del amor, explorado al máximo por la experiencia no de una sola vida en toda su intensidad (la de Salinas), sino en la de muchos otros. De ahí que permanezca en la tradición. Hay conceptos clave en el amor transmitido en la poesía de relevante importancia para el crecimiento moral de los jóvenes, ya que están en plena etapa de aprendizaje en el aspecto amoroso.
La exploración de los sentimientos, que puede decirse que es uno de los más bellos fines de la lírica, conlleva un aprendizaje que tiene que ver con el mismo objeto que se ha tratado sobre los amantes de tipo cortés, que es mejorarse a sí mismo. Como dicen los psicólogos, en la adolescencia deberá comprometerse, lo que le hace desarrollar las cualidades de la fidelidad, la lealtad, justo como en el amor cortés. Leyendo a Salinas pueden concluir lo que éste sobre Garcilaso: “La Égloga I es un prodigioso tratado de perfeccionamiento del amor, en que nosotros podemos aprender lo menos que somos e intentar ser lo más que podemos” (Escartín, 2008: 567).
Además, en ese olvido del cuerpo o transformación en sombra, en la permanente búsqueda de lo que hay detrás, más allá, se fomenta el crecimiento espiritual, en sentido filosófico, de quienes están ciegamente inmersos en esta sociedad tan excesivamente material, donde todo lo que se fomenta es la apariencia y la codicia material, ya que el amor ha quedado reducido a la ansiedad por la posesión del cuerpo físico. En lugar de evaluar la atracción del sexo opuesto por la apariencia o la exhibición del cuerpo, la adquisición del amor de la poesía lírica ayuda a obtener una visión más amplia y más profunda del mundo, de la sociedad y, sobre todo, de las personas.
En definitiva, este tema no sólo es un bloque temático esencial en aras de la preparación para la selectividad y, para quien tenga vocación, para la filología o la creación artística, sino que pretende subliminalmente contribuir a una mejora de la sociedad universal, objetivo que sin duda buscaba también Salinas.
Traer al presente el amor, todo el amor, sentido por los más esforzados poetas, es la más didáctica lección que puede darse, tanto a los demás como a uno mismo.

  
       8. Bibliografía


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[1] “Me siento, pues, algo en desacuerdo con los poetas del día. Ellos propenden a una destemporalización de la lírica, no sólo por el desuso de los artificios del ritmo, sino, sobre todo, por el empleo de las imágenes en función más conceptual que emotiva. […] Entretanto se habla de un nuevo clasicismo y hasta de una poesía del intelecto. El intelecto no ha cantado jamás, no es su misión” (A. Machado, 1932, en TOBOSO, 1990: 145-146).
[2] La idea de la aproximación al sentimiento de la muerte en el amor se explica magistralmente en el libro La agonía del Eros de Byung-Chul Han, ed. Herder.

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