Martínez Menchén, Antonio (1993). La espada y la rosa. Madrid: Alfaguara.
131 páginas. Tapa blanda. Juvenil.
Edición manejada: trigésima edición, octubre de 2007. Biblioteca Pública de Usera (Madrid).
El libro que trataremos a continuación es otro "clásico" de la enseñanza en secundaria, ofrecido habitualmente por la editorial a los departamentos de Lengua de los institutos, con el fin de promover las ventas. Nosotros, los profesores, nos beneficiamos en cuanto al aluvión de propuestas de lectura más o menos novedosas, como alternativas a los clásicos de verdad, cuyo lenguaje a menudo resulta difícil para los jóvenes.
En este caso, la novela de Martínez Menchén resulta interesante para cubrir la lectura obligatoria del periodo de la Edad Media. Dicho periodo siempre es peliagudo por la difícil elección de la lectura, por cuanto, en muchos casos, el lenguaje de nuestra literatura medieval es imposible para alumnos de catorce o quince años.
Me refiero, concretamente, a 3º de ESO. En 1º y 2º, en mi corta experiencia, he trabajado más por géneros: algo de poesía, algo narrativo, y una obra de teatro. Sin embargo, en 3º hay que conocer las obras canónicas españolas desde la Edad Media hasta el Barroco, y siempre es la Edad Media la que más dudas ofrece: ¿clásicos adaptados o relatos de escritores modernos enmarcados en dicha época?
Siempre me he inclinado por nuestros clásicos, adaptados o no (el año pasado mandé trabajar sobre el Romancero Viejo), pero observo con interés la preferencia de otros profesores sobre este otro tipo de lecturas.
Así, La espada y la rosa parece una buena alternativa, al sumergir al lector en un ámbito genuinamente medieval, plagado de información sobre la cultura de la época. El argumento es el siguiente (intentaré no destriparlo mucho):
En un monasterio abandonado viven un ermitaño (Martín, antiguo monje que quiso quedarse allí cuando hicieron otro monasterio nuevo) y un niño, Moisés, así llamado porque Martín se lo encontró flotando en un escudo en el río, cuando tenía tres años. Lo adoptó y lo cuidó unos diez años en la cocina del monasterio en ruinas, viviendo pobremente.
Un día llegó un peregrino solitario, enfermo y medio ciego (recobrará la visión junto con la salud) al que dieron hospedaje Martín y Moisés. Se había perdido, ya que el Camino de Santiago pasaba por el nuevo monasterio, no el viejo. Con el paso de semanas, el peregrino va contando algunas historias y revela la suya y su identidad: se trata de Gilberto de Monsalve, caballero del barón de Forner (Robert de Forner) y, a su vez, vasallo del conde de Tolosa, Raimundo de San Gil (también llamado "el conde de San Gil"). Raimundo y otros grandes nobles se alistan a la Primera Cruzada (año 1095), llevando con ellos a todos sus vasallos, por lo que Gilberto se convierte en cruzado.
A lo largo de un largo flashback a modo de historia insertada, Gilberto cuenta cómo comenzó y transcurrió la Cruzada: Dalmacia, Nicea, Dorilea, Antioquía. Son interesantes las disputas entre los propios generales cruzados por tomar ciudades. Allí, en Antioquía, murió su señor Robert de una peste, lo que desoló a Gilberto. Continúan hacia Jerusalén, pero antes, en Trípoli, Gilberto es gravemente herido, por lo que estaría ausente en la conquista de Jerusalén. Se alegra, no obstante, de no haber formado parte del exterminio de civiles allí. Aun así, quiere ver la Ciudad Santa y acaba siendo guardia personal del rey, Balduino, en 1101, a quien salva en una emboscada pero siendo él capturado, pasando muchos años en distintas peripecias por Oriente (algunas inverosímiles), al cargo de distintos señores o captores.
En todo esto, Gilberto quiere que Moisés le acompañe en su peregrinación a Santiago (cuyo motivo sería remedar sus faltas), ya que el niño jamás ha salido de la abadía y sus bosques. Martín, que también es invitado, accede que se vaya con el niño, pero no irá él. No obstante, por las historias de Gilberto y por una enfermedad de Moisés, no salen de allí hasta el sexto capítulo.
Cuando por fin emprenden la peregrinación, ocurre un hecho fortuito que vuelve a cambiar el discurso de la novela. El caballero y el niño se están bañando en un río e, inesperadamente, Gilberto identifica una marca de nacimiento bajo el brazo de Moisés: una espada y una rosa.
Como anuncié, no voy a destripar más la novela, pero baste decir que no van finalmente a Santiago y el niño era alguien importante, cuya identidad ha de ser demostrada mediante una justa entre caballeros.
El tópico del caballero que regresa de las Cruzadas tras largos años y encuentra su señorío en manos de un usurpador, como será el caso, recuerda ineludiblemente a Robin Hood. En este caso, es todo más pacífico y en un tono muy "piadoso".
Y a colación de los tópicos, la novela está plagada de ellos. El autor no deja pasar oportunidad de incorporar, de manera más o menos natural o forzada, alusiones a historias o leyendas de la Edad Media, cuyas fuentes explica someramente (agradecería una buena bibliografía) en los apéndices. He aquí los títulos de los epígrafes y alguna notas mías:
- La mujer loba: fenómeno de licantropía, que observé en El Persiles de Cervantes.
- El Caballero del Cisne: en El Quijote se menciona; ignoraba que se asociaba con la estirpe de Godofredo de Buillón, representado como malvado en la película El reino de los cielos. El autor menciona que la historia del Caballero del Cisne aparece en La gran conquista de Ultramar.
- Monstruos y maravillas: tomados de la Odisea, la Eneida, Historia natural de Plinio, Marco Polo, etc. Cita una obra: Monstruos, demonios y maravillas a fines de la Edad Media, Claude Kappler. Interesante el "ave rock".
- El viejo de la montaña: se refiere al persa Hassan Sabbah, fundador de la secta de los asesinos (finales s. XI).
- Ciudades deshabitadas: tomado de Las mil y una noches.
- Sueños complementarios y proféticos: tomado de Las mil y una noches, ej., "El sueño del hombre de Bagdad y el gobernador de El Cairo".
- Enamoramiento a distancia: dice que es un tema muy frecuente en Las mil y una noches. De este tema hay muchísimo escrito. Una obra de referencia es La transformación de los amantes de Guillermo Serés.
- La sala prohibida: del relato Barba Azul y del ciclo artúrico. Es la prohibición de no pasar a cierta sala de un palacio, lo cual, claro está, alguien transgrede, con fatales consecuencias.
- Paraísos sensuales: poema novelesco persa Siete imágenes, de Nizam (s. XIII). Tema presente en "La historia del tercer calenda hijo de rey", de Las mil y una noches. Se trata de gineceos paradisíacos, donde un hombre está rodeado de mujeres bellísimas y donde suele haber una norma que no hay que transgredir, como la "sala prohibida". Cita también el tema de Venusberg, leyenda de Tannhäuser popularizada por Wagner; el Avalón de la literatura celta en los lais bretones; y yo añado "la isla del placer" de Las doce pruebas de Astérix.
- Cronología del más allá: el tiempo en los paraísos pasa de modo diferente al del resto del mundo. Leyenda siria del siglo V: Los siete durmientes de Éfeso.
- Cantar de Roldán: la Chanson de Roland, editada en Cátedra por mi profesor, Juan Victorio. Cito a Martínez Menchén: "narra la muerte de Roldán de Roncesvalles a manos de las tropas del rey Marsil de Zaragoza, merced a la traición del padrastro de Roldán, Ganelón. El manuscrito conocido más antiguo data de la última década del siglo XI". A mí me gusta relacionar la historia con la de Bernardo del Carpio, para verlo desde una óptica más española.
- Vida de San Alejo: santo que regresa a su hogar, donde era alguien importante, y no le reconocen ni él se da a conocer, viviendo humildemente entre los suyos.
- Las marcas de nacimiento: como dice el autor, en los relatos caballerescos, hay otras marcas que no son en la piel, para el reconocimiento del protagonista.
- Curación de la lepra: la sangre de una virgen como cura aparece en el poema del siglo XII El pobre Enrique de Hartmann von Aue. Lo de usar la sangre de vírgenes no sólo para curarse una enfermedad, sino para rejuvenecer la piel, se lo llevaban muy a pecho los nobles húngaros, como el rey de Polonia Stefan Batory, que se lavaba la cara todos los días con sangre de pobres chicas, o la repugnante Erzsebet Batory, de quien mejor no hablar.
- Fábulas: remite a Esopo y a los exempla, obviamente.
- El roman de Renart: interesante poema satírico francés de los siglos XII al XIV, de varios autores.
- El juglar de Nuestra Señora: otra narración anónima francesa de los siglos XII al XIII. Un juglar muere de agotamiento haciendo bailes y piruetas frente a la Virgen.
- Oberón, rey de las hadas: el célebre personaje de Shakespeare es en su origen un enano que procede de Alberich, enano nibelungo. Copio a Menchén: "Deformado su nombre en Alberón, el feo y malvado guardián del tesoro de los Nibelungos, se transformará en el bellísimo y diminuto rey de los elfos Auberón, de la canción de gesta francesa del siglo XIII Huon de Burdeos".
- El Juicio de Dios: sobre las justas de caballeros, citando como ejemplo a Lanzarote.
Pues bien, a pesar de tan densa información, mis dudas persisten ya que muy poco de todo lo que se alude trata de literatura española. Los lectores, cuando hayan leído (y, en pocas semanas, olvidado) el libro sólo habrán oído "campanas", como las del principio y final de la novela, sobre leyendas medievales, pero no van a tener una base de literatura. Es más, me temo que toda esa erudición no le interesa a la mayoría de los alumnos, que solamente quieren aprobar el examen.
Para que los alumnos tuvieran un conocimiento básico de la Edad Media española (que es notablemente diferente a la del resto de Europa) y de su literatura, habría que hacer mención de:
- la lírica popular: jarchas, cantigas de amigo y villancicos, con sus temas y sus símbolos;
- los cantares de gesta y el mester de juglaría: el Cid, Fernán González, Bernardo del Carpio;
- los romances: los distintos ciclos del romancero viejo: los infantes de Lara, el Cid, el ciclo artúrico, de Roncesvalles, etc.;
- el mester de clerecía: el Libro de Alexandre, el de Apolonio, las obras más importantes de Berceo... y, sobre todo, el Libro de Buen Amor, del Arcipreste de Hita;
- de prosa, lo principal siempre es El conde Lucanor, de Don Juan Manuel, y el contexto histórico que implica: el ambicioso Infante don Juan Manuel contra el joven Alfonso XI;
- de lírica culta, el Marqués de Santillana, Juan de Mena y Jorge Manrique, con la trepidante historia que conllevan (Juan II, Álvaro de Luna, Alfonso V el Magnánimo, Pedro el Cruel, Isabel la Católica...);
- finalmente, aunque ya esté culturalmente en el Renacimiento, La Celestina de Fernando de Rojas.
Como se puede comprobar, casi todas las fuentes de Martínez Menchén son extranjeras: literatura francesa, inglesa, alemana y, en gran medida, oriental, de Las mil y una noches. Es verdad que leer sobre otras literaturas nos expande en cierto modo, pero los alumnos que no estudien en profundidad todo lo que acabo de enumerar tendrán grandes carencias académicas en los siguientes años. Lo único que puedo manifestar como solución integradora es que este tipo de lecturas no sean excluyentes, sino voluntarias, además de otras obligatorias más enraizadas en nuestra literatura, que no es para nada pobre.
En conclusión, la lectura de La espada y la rosa es recomendable, por su densidad de información, su rico vocabulario (a menudo requiere usar el diccionario), su complejidad de la narración (flashbacks, flashforwards, historias insertadas...) y la cierta belleza de la trama, con algunos giros inesperados. A mi parecer, tiene más de lectura voluntaria que de obligatoria, como he mencionado, con lo que se podría elaborar un test o cuestionario para evaluar la comprensión lectora, pero ignoro hasta qué punto debería instituirse como lectura básica que consolidase o ejemplificase los conocimientos disciplinares adquiridos de literatura medieval.
No hay comentarios:
Publicar un comentario