LOPE DE VEGA,
CERVANTES, QUEVEDO Y GÓNGORA. Ruta por el Barrio de las Letras.
Nos situamos en los Siglos
de Oro: siglos XVI y XVII, Renacimiento y Barroco, máximo esplendor de la
literatura española, al mismo tiempo que crisis, corrupción y declive del
Imperio español. Cuanto más difícil sea
abrirse camino en la sociedad, mayor será el reto de un escritor que intente
conseguirlo. Y unos pocos lo consiguieron, sobre todo Miguel de Cervantes,
el más atrevido y original, que alcanzó su merecida fama.
HISTORIA: España
logró la hegemonía en Europa con Carlos
V de Habsburgo (1500-1558), quien heredó tantos territorios por parte de
sus padres (Felipe el Hermoso y Juana la Loca), que tuvo que guerrear toda su
vida para defender sus posesiones de la ambición de Francia, de Inglaterra y de
las poderosas ciudades italianas, además de defender el catolicismo en las Guerras de Religión contra los
protestantes. Ya sin título imperial y separado de la rama familiar austríaca,
le sucedió Felipe II (1527-1598),
que logró anexionarse Portugal y su territorio de ultramar, llegando a decir
aquello de que España era “el imperio donde no se ponía el sol”, aunque
perdiera batallas como la de su “Grande y felicísima armada” (1588) contra
Inglaterra. Su hermanastro Juan de
Austria fue un formidable general, cuya victoria en la batalla de Lepanto
(1571) consiguió frenar el expansionismo turco y la piratería en el
Mediterráneo. Pero tras los “Austrias
mayores” vienen los “Austrias menores”: Felipe III, Felipe IV y Carlos II,
con los que pierde casi todo en Europa, aunque con los dos primeros, Felipe III
y IV, se llega a la cumbre de las artes. Felipe
III (1578-1621) delegó en su valido, el duque de Lerma, ya que se dedicaba más a la caza y a las artes.
Creció la inflación en la economía. El duque de Lerma, en su interés, trasladó
la corte a Valladolid (1601-1606). Hubo que expulsar a los moriscos en 1609
(300000 musulmanes “conversos” en Levante que colaboraban con los turcos). Bajo el reinado de Felipe III escribieron
Cervantes, Lope de Vega, Quevedo y Góngora. Con Felipe IV (1605-1665) se da la mayor inestabilidad y ocurren las
peores tragedias para España: la guerra
de los Treinta Años (1618-1648), de contexto religioso, pero también de
lucha por la hegemonía, ocasiona la pérdida definitiva de los Países Bajos,
entre otros importantes territorios. Es también cuando más soldados españoles
mueren en combate. Los famosos Tercios,
los ejércitos que durante décadas habían sido invencibles, son derrotados.
Felipe IV intenta con la Unión de Armas
(1626) que no sólo sea Castilla quien dote al ejército de soldados, lo que
desata las sublevaciones de Cataluña y Portugal (1640), con la independencia de
éste, que había estado sesenta años unido a España. Felipe IV había delegado en
su valido el conde-duque de Olivares, que acabó renunciando de su cargo. Con
este rey, mecenas de las artes, pintó Velázquez
y escribió Quevedo.
SOCIEDAD: La
monarquía era absoluta y la sociedad seguía siendo estamental, si bien la
burguesía tenía bastante poder, sobre todo en Europa, como los banqueros suizos
(los Fúcar). Los estamentos
privilegiados eran la nobleza y el clero. Para ascender en la escala
social, había que entrar en alguno de ellos. Un cargo en la Iglesia, mediante
estudios de Teología, era garantía de bienestar de por vida. También en alguna orden religiosa o militar: la más prestigiosa era la Orden de Santiago. Era
indispensable la limpieza de sangre
(no tener antepasados judíos) para ocupar cargos públicos. Se daba gran
importancia al linaje, incluso de la baja nobleza (hidalgos), porque podían cobrar rentas y vivir sin trabajar. Pero
la mayoría de la gente trabajaba y era pobre y analfabeta. Por eso, otra vía de
ascenso era ser hombres de letras,
estudiando Derecho, y así ocupar
cargos en la corte o en la administración. De este modo surgieron grandes
escritores, tanto laicos como clérigos, educados en el buen gusto literario de
la época y respetados por sus obras. No sólo escribían por ganarse el favor de
los poderosos, sino también por amor a las artes. Tenían vocación, pero a la
vez necesitaban a alguien que los mantuviese para poder dedicarse a escribir:
el conde de Lemos a Cervantes y los duques de Sessa a Lope de Vega, por
ejemplo.
Las mujeres eran muy importantes porque de ellas dependía la
reputación de los hombres y de toda la familia: ser un cornudo o dejar que un
“don Juan” desflorase a una hija era una deshonra
para todos. Muchas mujeres acababan en conventos de clausura y muchos
“seductores” eran asesinados o desterrados. Las mujeres rara vez tenían acceso
a la educación, ni estaba bien visto que escribieran, pero alguna hubo: María
de Zayas, sor Juana Inés de la Cruz y Marcela Lope de Vega y Luján (Marcela de
San Félix).
Alrededores de la Casa-Museo Lope de Vega
1. Casa de Lope: Félix Lope de Vega
Carpio (1562-1637) nació en Madrid, aunque era hijo de cántabros.
Estudió el bachillerato en Alcalá de Henares. Inició otros estudios, y no era
mal estudiante, pero pronto destacó como brillante escritor, muy prolífico, y
se dedicó a lo que más dinero daba, el teatro, convirtiéndose en el mejor autor
de comedias, que además renovó en forma y contenido. Se le llamó el “Fénix de
los ingenios” y Cervantes se refirió a él como “Monstruo de la naturaleza”, y
se llevaban bien al principio, pero luego Lope se volvió un acérrimo enemigo de
él. Se le atribuyen más de mil obras, sin contar poemas, pues también fue un
genial poeta. Participó en la expedición de la Grande y felicísima armada (la “Armada Invencible”) de Felipe II. Fue
también famoso por su agitada vida sentimental: tuvo múltiples amantes y se casó
dos veces. Sus hijos eran reconocidos y enviaba dinero para mantenerlos, aunque
en esa época muchos niños morían. En su madurez, se hizo sacerdote, lo que no
le impidió convivir con otra mujer. Se compró la casa que hoy estamos
visitando, tras haber vivido de alquiler en varios lugares. Se llegó a decir que algo “era de Lope” cuando era bueno,
como sus comedias. Y en su gran comitiva fúnebre alguien dijo “Este entierro es
de Lope”, a lo que otro respondió: “Acierta usted dos veces”. Pasó su féretro
ante el convento de las Trinitarias para que lo viera su hija.
En cuanto a sus restos, aunque fue enterrado con todos los honores en la iglesia de san Sebastián, los descendientes de los duques de Sessa dejaron de pagar el mantenimiento de la tumba y los párrocos echaron sus huesos a una fosa común, donde se perdieron para siempre. La floristería en la calle Huertas, en la que hay un gran olivo, y que está justo al lado de la iglesia de san Sebastián, es ese lugar donde estaba la fosa común.
2. Casa de Quevedo y de Góngora. Francisco de Quevedo (1580-1645) nació en Madrid,
se formó con jesuitas y en la Universidad de Alcalá. Estuvo en Valladolid mientras fue
capital de España, donde conoció a Góngora y comenzó su enemistad. Tenía problemas
de visión y cojera, pero eso no le impidió ser un brillante escritor y espía al servicio del
duque de Osuna. Con su caída, fue desterrado a la torre de Juan Abad y encarcelado en
Uclés. Fue encarcelado varias veces. Apenas tuvo aventuras amorosas, aunque escribió
poemas de amor bellísimos. También textos misóginos, sobre mujeres feas, interesadas
o hipócritas. Sus mejores poemas son sobre el paso del tiempo y la muerte, pero se ha
hecho más famoso por sus poemas satíricos, sobre todo contra Góngora, y por su humor
escatológico, por ejemplo, Gracias y desgracias del ojo del culo. Su famosa rivalidad con Góngora se debía, en
parte, a la competitividad por el reconocimiento en la corte, pero también por su mutuo rechazo por sus estilos
literarios diferentes: el conceptismo de Quevedo y el culteranismo de Góngora.
Luis de Góngora y Argote, nacido en Córdoba y de gran cultura, (1561-1627) acusó a
Quevedo, mucho más joven que él, de imitar sus poemas durante su estancia en
Valladolid. Su ascenso social en la Iglesia también le valió la envidia de
Quevedo: Góngora fue nombrado capellán real por Felipe III. Fue retratado por
Velázquez (imagen de la derecha). Su estilo literario, el culteranismo, fue una
innovación formal, no de contenido, que consistía en una compleja sintaxis con
múltiples referencias cultas. Escribió así bellos sonetos y libros complicados
como Soledades. También supo hacer
poemas al estilo popular, como hacía también Lope de Vega. A pesar de su cargo
y aspecto, era un gran vividor: siempre soltero y con amoríos, jugador de
cartas, bebedor, aficionado a los toros… Quevedo aprovechó sus estrecheces
económicas para comprar la casa en la que vivía alquilado (la casa que tenemos
delante) y esperar a que no pudiera pagar un mes para así desahuciarlo, cosa
que ocurrió. Góngora volvió en su tierra, en extrema pobreza, con una
enfermedad que le hizo perder la memoria, donde moriría de apoplejía (ictus
cerebral).
3. Convento de las Trinitarias Descalzas. La Orden de los Trinitarios surgió en Francia y se
extendió a otros países, arraigando en España. Los monjes y monjas trinitarios
desempeñaban importantes obras de caridad, entre las que destaca el rescate de
cautivos. En las constantes guerras contra piratas berberiscos y otomanos en el
Mediterráneo, era muy frecuente que los musulmanes capturasen vivos a los
cristianos y pidieran rescate. Si se rebelaban o intentaban escapar, los
mataban por empalamiento. Si no eran importantes, los usaban como esclavos de
galeras. Si lo eran, pedían rescates elevadísimos. Los trinitarios iban
haciendo colectas y recaudando para poder pagar estos rescates. Este convento
es de estilo barroco y está consagrado a san Ildefonso.
4. Casa de Cervantes. Miguel de Cervantes
Saavedra (1547-1616) nació en Alcalá de Henares y estudió en Madrid.
Vivió durante un tiempo en Italia, absorbiendo el arte y las costumbres del
país. Fue soldado durante unos años, participando en la batalla de Lepanto
(1571), donde fue herido. En 1575, cuando volvía a España, fue apresado por los
turcos junto a su hermano. Durante cinco años sufrió el cautiverio en Argel,
hasta que en 1580 unos frailes trinitarios pagaron su rescate. A la vuelta a
España vivió en diversas ciudades: Valladolid y Madrid, sobre todo. De sus
ocupaciones, destacó su trabajo de comisario de abastos (recaudador de
impuestos) para hacer la “Armada Invencible”, con lo que conoció muchas gentes
y lugares de La Mancha y Andalucía, y que le supuso otra estancia en la cárcel
por un supuesto caso de corrupción o error de cuentas. Escribió novelas (el Quijote, la primera parte de 1605),
poesías y obras de teatro, pero no ganó mucho dinero. El negocio del teatro
estaba monopolizado por Lope de Vega, quien además participó en el Quijote
apócrifo (de “Avellaneda”) para desprestigiar a Cervantes, lo que le movió a
escribir la segunda parte, de 1615. Murió en Madrid de hidropesía el 23 de
abril de 1616.
5. Calle Huertas: lectura de letreros en el suelo y paneles a los lados. Nos detenemos en el de María de Zayas.
6. Iglesia de san Sebastián y floristería de detrás, en calle Huertas. Hablamos del entierro de Lope y de la fosa común que había bajo la actual floristería.
Pasamos a la iglesia de San Sebastián, si no hay misa, y vemos el lugar donde estuvo enterrado Lope:
7. Por último, bajando por Atocha, pasamos junto a la Sociedad Cervantina, que fue la imprenta de Juan de la Cuesta, donde se imprimió la primera parte del Quijote, en 1605.
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