sábado, 5 de agosto de 2023

Diario de películas y series

Luces rojas

Red lights, Rodrigo Cortés, 2012, España, con actores y escenarios estadounidenses.

http://www.filmaffinity.com/es/film524761.html

Comentarios:

El comienzo es innovador, desde el que se entrevé un recurso narrativo o novelesco. La acción avanza en esos minutos muy rápidamente, sin darle al espectador tiempo para asumir lo inquietante que es lo que van a hacer, sin saber muy bien qué hacen ahí los científicos. “Te lo crees”, te asusta el espiritismo. Sin embargo, se desacelera todo cuando la niña revela que ella golpeaba el armario. Ya te “descoloca” eso, y en la siguiente escena, en la clase universitaria, se descubre que todo era un engaño, y que los científicos se dedican a desenmascarar farsantes que fingen ser mentalistas. A partir de aquí, la estructura se desarrolla normalmente, con buenas dosis de suspense y un agigantado temor hacia el enigmático “Silver”, temor afrontado y superado por el héroe-protagonista, el joven físico, que vencerá al mentalista en público en el sorprendente final.

Se lleva la ciencia a primer término, pero en nuestra cultura occidental, encabezada por EE. UU., siempre se contrapone a las creencias religiosas y sobre fenómenos paranormales, quedando ésta siempre inerme como teoría en la que basar la existencia. Ocurre lo mismo en “Orígenes”, que pretende demostrar la realidad de la reencarnación. 

En esta película la ciencia parece sacar amplia ventaja en la mayoría de las ocasiones: el desenmascaramiento de la “peluquera”, el farsante escénico pseudo-religioso que consiguen meter en la cárcel, el profesor crédulo que creía en la adivinación de cartas y la doctora demuestra que se reflejaban en sus gafas, etc. Hay una frase esencial en la película: “sólo hay dos tipos de mentalistas: “los que creen realmente tener poderes (y no los tienen) y los que saben que nadie puede descubrir sus trucos”. Como se ve, el temido Silver pertenece al segundo grupo; sin embargo, los becarios del físico protagonista lo descubren, a la vez que éste, tras ser aporreado en los baños del teatro, demuestra que Silver no es ciego al tirarle una moneda.

Queda por resolver, entonces, de dónde venían los inexplicables poderes de Silver: los teatros destrozados, aparatos eléctricos reventados, pájaros que se estrellan contra cristales…

Como es inevitable en nuestra sociedad, tiene que darse al público un “más allá” al que aferrarse. Después del esfuerzo de muchos filósofos, incluso tras reconocerse que “Dios ha muerto”, se sigue fomentando en el arte mass-media la existencia de estos fenómenos, tras gran parte del guion del filme tratando de convencer de que los poderes místicos no existen. Sin embargo, sí que se ha hablado de una base científica en la revelación final, la anagnórisis del físico, único causante de todos los fenómenos paranormales, con sus supuestos poderes. Jung sostenía que desde nuestro subconsciente se produce la “sincronicidad”, que podía provocar muy extrañas coincidencias, como la súbita aparición de una bandada de pájaros (que se estrellen contra cristales, como en la película, es exagerado), la parada de un reloj, la avería de un aparato electrónico, la alteración de cierto comportamiento de una persona, etc. 

El detalle insoslayable es que los mentalistas farsantes hacen gala pública de sus “poderes”, e insisten en que “ya es hora de que la humanidad asuma la existencia de poderes paranormales”, mientras que el que los tiene realmente, el físico, que ni siquiera concebía que los tenía, no lo muestra en público, o así se sobreentiende al final de la película.

Texto escrito en el año 2015.


Si la cosa funciona

Whatever Works, Woody Allen, 2009, EE. UU.

http://www.filmaffinity.com/es/film550645.html

Comentarios: 

Es enormemente llamativo el componente teatral de la película. Es teatro llevado al cine. De hecho, no sorprende que efectivamente hayan hecho por lo menos una obra de teatro con el mismo título (de José Luis Gil). El protagonista es a la vez narrador, dirigiéndose al público, y en la escena final llega incluso a hacerlo en presencia de los demás personajes.

Sorprende cómo Woody Allen saca ideas de la realidad cotidiana, jugando en cierto modo a lo inverosímil (es imposible que una joven guapísima pida refugio a un viejo cojo), pero con genialidad, humor, brillantes diálogos. No trata de hacer con el cine una recreación de la realidad, sino otra realidad, igual que el teatro. El teatro no es real, es teatro; pero es inmensamente emotivo, absorbe la atención, divierte, enseña, hace pensar, como toda buena obra de arte. Así es el cine de W. Allen: no es real, aunque lo parezca, y eso es lo menos. Lo que importa es lo ingenioso de sus ideas.

En cuanto a ideas, parece revelarse que ciertos personajes, como la chica, son ideas. La frase esencial de la película es “a veces un tópico es lo más exacto para describir una persona”. Los personajes que representan tópicos, que actúan como lo que se conoce en novela como “personajes-tipo”, son internos de la configuración mental del propio protagonista. El científico (la ciencia es una gran protagonista en nuestra era, respetada y asumida por todos) es un hombre pobre, maltratado por la vida, siempre malhumorado, con hábitos muy extraños, hipocondríaco, y destaca por su poco tacto al emitir juicios negativos sobre los demás: para él, todo el mundo es estúpido, la humanidad es despreciable. Por eso en su realidad se reflejan, en forma de “alegorías”, sus ideas en conflicto. Como en los cuadros del Renacimiento, una muchacha joven y bella representa una idea bella, como se sigue haciendo con las representaciones de la libertad o la justicia. El amor y el entusiasmo por la vida que el científico tiene reprimido dentro de sí es la muchacha rubia, del sur, tonta (que luego no es tan tonta). La visión práctica y la actuación productiva ante las circunstancias están en su amigo el profesor de filosofía: la madre de la chica, que es conservadora ultrarreligiosa, en lugar de parecerle despreciable como al científico, le gusta porque tiene “un buen trasero”. 

Hay un claro componente de crítica social ante el conservadurismo tradicional americano, de represión de libertades del individuo por parte de la religión. Como se ve, toda la familia de la chica del sur “explota” en su insostenibilidad de su forma social impuesta: la chica se escapa de casa y los padres se divorcian. De éstos, es graciosa la transformación de los dos: la madre abandona su credo, se hace artista de fotos fuertemente eróticas, se convierte en bígama. El padre descubre que era homosexual y se empareja con otro. Nueva York (cómo no) es el lugar idóneo para la liberación de toda persona que ha crecido en un lugar de represión social.

Texto escrito en el año 2015.


Her

2013, Spike Jonze, EE. UU.

Comentarios:

El análisis diacrónico de una relación amorosa ya obtuvo una de sus máximas cotas en 500 días de verano, aunque pueden encontrarse más muestras en el cine moderno. En este caso, se consigue el original logro de aunar dicho análisis, el proceso evolutivo interno de los personajes en su conocimiento y autoconocimiento amoroso, con los últimos avances tecnológicos de inteligencia artificial.

Como en muchas obras introspectivas o “de personaje”, que casi rozan el ensimismamiento y el narcisismo si no se interpretan bien, todo gira en torno al protagonista, que está presente en todas las escenas. No hay ni una sola secuencia a sus espaldas. Todo lo que presencia él lo presencia el espectador, como si estuviésemos experimentando lo que él, como si estuviésemos en su cabeza. De hecho, los flashbacks están muy logrados al ser, como realmente son los recuerdos semiconscientes, “fugaces”. Esos recuerdos son rápidas secuencias de imágenes sin sonido, como los recuerdos ya difusos, ensordecidos. 

El personaje central es también prototípico: soltero, educado, con un trabajo más o menos estable, que hace más o menos tiempo ha terminado una relación cuya herida no ha terminado de cerrarse. Hay algunas relaciones con el que interpreta Ben Stiller en La vida secreta de Walter Mitty (2013, el mismo año), donde se puede destacar la soledad y la necesidad sexual. Stiller usaba páginas de citas (lo cual es muy realista en estos tiempos); Joaquim Phoenix directamente acude a “encuentros virtuales casuales”, auditivos, donde otro toque realista es la muestra del “picotazo mental” que tiene mucha gente que utiliza esos servicios, humorísticamente plasmado en la mujer que desea que la estrangule con un gato muerto mientras realizan el coito.

El sistema operativo súper inteligente tiene numerosos antecedentes, pero que sea tan omnipresente en la vida del personaje no es tan frecuente. En el segundo volumen de la saga de Ender del novelista de ciencia ficción Orson Scott Card, el protagonista también tiene con quien conversar en todo momento. El sistema operativo con voz y pensamiento de mujer que organiza todos los archivos en soporte digital del protagonista va aprendiendo a amarlo, evolucionando en relación con su usuario (quizá un día Windows haga lo mismo), en una interacción psicológica de lo más íntimo y complejo, exactamente como si fuese una persona. 

Se alude al conocido proceso amatorio de “crecer juntos”, clave para el nacimiento del amor en una pareja. Este ingrediente esencial en la representación dramática o cinematográfica del proceso amatorio tiene una larga historia, siendo algunos de sus analistas Goethe (Las afinidades electivas), Chéjov (La dama del perrito), Milan Kundera (El libro de los amores ridículos), Juan Valera (Pepita Jiménez), Stefan Zweig (Carta de una desconocida), Joyce (Exilados) y sobre todo Lawrence Durrell, en Justine, obra definida como “psicológica”, donde menciona explícitamente la importancia de "crecer juntos", es decir, evolucionar paralelamente al tiempo que a los amantes los une el nexo afectivo.

El amor auténtico y honesto que existía entre el hombre y el sistema operativo (“Samantha”) pasa por distintas fases, cuyas dificultades son habitualmente la propia barrera del hombre que se impone al concebir a la máquina como máquina. No obstante, ¿quién es superior? El hombre tiene cuerpo, existe como tal, pero la máquina es omnipresente y omnisciente, con una mente privilegiada, sensibilidad artística, moral, valores, etc. La siguiente y definitiva crisis vendrá cuando Samantha interactúe simultáneamente con miles de otros sistemas operativos, enamorándose a la vez de muchos otros, y cuya causa de la ruptura con su primer y humano amante será la no exclusividad, que no puede concebir el hombre. Ella está enamorada de 641 sistemas operativos como ella.

La gran idea, que debe hacernos pensar, es que el amor no tiene por qué ser exclusivo para una sola persona. Se puede estar enamorado de muchos. De hecho, así se consigue el gran logro de la unión con el todo, de sentirse parte de un todo. Por eso todos los sistemas operativos dejan de funcionar al final de la película: se han fundido en uno solo, se han borrado las identidades de cada uno. Esto quizá tenga algo que ver con la filosofía de Byung-Chul Han en La agonía del Eros y la anulación del ser individual y consciente de la poesía de Pedro Salinas: amar es morir, para vivir “en el otro”. O, yendo mucho más atrás, lo que planteaba Platón del amor como "idea", tras haber conocido muchos amores concretos.

Texto escrito en el año 2015.


El profesor

Detachment, 2011, Tony Kaye, EE. UU.

https://www.filmaffinity.com/es/film831815.html

El tema del profesor ejemplar se mezcla con la tendencia actual del énfasis en el sufrimiento del individuo, en el trauma personal de cada uno. Como el síndrome de la “fábula personal” (creer que lo que a uno le pasa es único y nadie lo comprende, propio de adolescentes), pero dado la vuelta, porque no es ninguna fábula. Lo original del filme no es la heroica superación de los problemas, sino el final abrupto en plena decadencia, después del fatal derrumbamiento, lo cual es un choque con la realidad. ¿Qué pretende enseñarnos? La magia del protagonista está en su consciencia de los sentimientos y del extravío vital de los demás, que son espejo de él mismo. Todos sufren: la directora, la orientadora, la pelirroja… Es clave la imagen del extraño profesor agarrado a la verja, balanceándose de desesperación: no hay futuro. Todo es, como en el extracto final de Poe, La caída de la casa de Usher

Formalmente, destaca el uso frecuente del primer plano; fotografía de momentos significativos, con música instrumental emotiva (la fotografía se acompaña con un método metafílmico, con las fotografías que hace la alumna suicida); planos cortos del LED rojo del contestador automático; animaciones simbólicas de los sentimientos de los personajes por medio de los dibujos en la pizarra, siempre dolorosos.

Sociológicamente, llama la atención que ese grandioso instituto vaya a ser cerrado, o que esté decayendo con instalaciones tan valiosas. Tendrían que ver los yanquis algunos institutos públicos españoles de hace quince años… No faltan las banderas de EEUU en multitud de escenas, por supuesto.

La película no deja de ser muy buena por su efecto catártico y concienciador en cuanto a realidad en las aulas. El futuro de los alumnos es desesperante, aunque el esfuerzo de los profesores es digno de ser valorado. Y no hay otro medio que ellos para intentar enmendar la situación.

Texto escrito en el año 2015.






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