martes, 2 de julio de 2019

El secreto del hombre muerto


Gisbert, Joan Manuel (2015). El secreto del hombre muerto. Madrid: Santillana.

Novela juvenil para lectores a partir de doce años, editada por Santillana Infantil y Juvenil, escrita en 1997.
El autor demuestra cierto interés por la ciudad de Venecia, al haber escrito otras novelas ambientadas allí, como Los espejos venecianos (1993). En El secreto del hombre muerto, la acción transcurre en una época que el narrador no especifica, quizá intencionadamente, para no entorpecer la lectura con información innecesaria en el cuerpo del relato. De todos modos, se puede inferir que se trata de la época del Renacimiento, época ineludiblemente vinculada al esplendor de la ciudad de los canales.



El resumen de la obra, a grandes rasgos, sería el siguiente: un niño, Luca, cuyas circunstancias familiares le obligan a buscar trabajo, deambula un día tras otro por la ciudad de Venecia. Le permiten dormir en una casa, pero en ella hay un presunto cadáver (Valerio Gentile), que le habla en sueños. Una malvada mujer, Carla Cottafavi, quiere aprovechar esa telepatía entre el muerto y el niño para averiguar algo que hay oculto en la casa de Valerio y, tras la intervención de la justicia y de un médico, que dictaminan que el hombre no está del todo muerto, se traslada el cadáver a un convento. Allí Carla droga a Luca y el muerto le desvela la ubicación del secreto de su casa, un ladrillo en el sótano. Cuando Carla rompe ese ladrillo, creyendo encontrar una joya, el edificio se desploma y muere. El secreto era una técnica arquitectónica. Luca sobrevive gracias a un hombre que lo ayudó desde el principio, el anterior procurador general (Alberto Foscari). 

Personajes:

Luca, el joven protagonista, a punto de cumplir trece años.
Alberto Foscari, anterior procurador de Venecia, quien ayuda a Luca y a que se haga justicia.
Carla Cottafavi, perversa mujer que ambiciona un supuesto tesoro que esconde Alberto Foscari, misteriosamente incapacitado, y para lo que piensa llegar hasta donde sea posible.
Francesco Cottafavi, hermano de Carla, conocedor de los planes de ésta, aunque no cómplice.
Valerio Gentile, el "hombre muerto", que a pesar de estar aparentemente muerto, puede comunicar pensamientos a ciertas personas, como Luca. La razón de su estado se conocerá al final de la obra.
Sara Prandi, mujer de confianza de Valerio (posiblemente una criada).
Federico Gentile, tío de Valerio, arquitecto y constructor del palazzo que habitaba Valerio y que codiciaba Carla.
Lucía, joven monja que ayudará a Luca.
Umberto Olmi, médico.
El procurador general, lo que sería un corregidor o persona al cargo de la justicia de la ciudad.
Fabio, asesino a sueldo de Carla Cottafavi.


Índice de capítulos (son muy cortos, por tanto, de lectura asequible para adolescentes):

1. Lejos de aquí podrás abrirte camino.
Luca va buscando trabajo en la ciudad de Venecia, llamando puerta por puerta, sin éxito. La razón es que su padre, ya viudo, se había casado con una mujer más joven y con tres hijas. La madrastra de Luca lo obliga a irse de casa a buscar trabajo. Solamente consigue que un hombre sea amable con él y le ofrezca ayuda si alguna vez la necesita.

2. Creen que el palacio está deshabitado.
Una mujer, Sara Prandi, acoge a Luca en una espaciosa casa. Ella le dice que no suba a la primera planta, donde hay alguien que no desea ser molestado.

3. Será una noche larga.
Luca curiosea por la casa, pretendiendo saber qué hace Sara Prandi y quién está en la planta de arriba.

4. Mi mano te señala.
Luca casi no ha dormido, pero ha soñado con un hombre tirando rosas negras al agua de un canal. Siente como si le llamara ese hombre y recibe mentalmente, en el sueño, palabras muy claras de petición de ayuda: "Mi mano te señala para que seas tú el que haga algo... antes de que mi desgracia llegue a ser total...". Luca desea huir de ese caserón pero la puerta está cerrada con llave.

5. Ha ocurrido algo.
Luca se ha dormido; Sara Prandi lo despierta y dice que se tiene que ir, que se queda él solo. Le dice que, si viene alguien, que se fije en cómo es, sin que lo vean. La mujer sale por un acceso acuático en el sótano, cerrado con una verja. El protagonista se queda en la casa solo y asustado.

6. Ve arriba... y mira.
Otra mujer llama y descubre a Luca. Ésta lo insta a que suba y vea al hombre que está arriba en la casa. Luca entonces ve a un hombre tumbado, con los síntomas de la muerte, que es precisamente el que ha visto en sueños. La mujer, Carla Cottafavi, le pide a Luca que le abra la puerta, pero éste huye a la planta de arriba justo cuando se acerca una góndola con cuatro hombres.

7. Quienquiera que aquí se encuentre.
Los de la góndola, Guardias del Consejo, entran forzando la puerta. Descubren el hombre muerto y atrapan a Luca cuando intentaba huir.

8. Nunca había visto nada igual.
Se llevan a Luca y al presunto cadáver a la Procuraduría General. Allí un médico, Umberto Olmi, examina el cuerpo y anuncia que no había visto nada igual, que está muerto y vivo al mismo tiempo.

9. Mira a qué lo han llevado sus locuras.
Llega la mujer que había visto Luca, Carla Cottafavi, y su hermano Francesco. Ella achaca el estado del "muerto", Valerio Gentile, a "extrañas magias de Oriente" que él mismo fue a experimentar. Quiere que le cedan el cuerpo para enterrarlo sin que se sepa públicamente nada que manche el honor de la familia.

10. Nunca debí llevarte allí.
Luca habla con Sara Prandi, la mujer que le metió en el palazzo, que también está en la Procuraduría. Le explica que Valerio quiso que le llevasen allí. Le cuenta algo sobre él: de niño se fue a Oriente con su tío el arquitecto y volvió a escondidas, confiando solamente en Sara, a quien le pide que le lleve comida al palazzo. Conocía un secreto sobre ese edificio que le había dicho su tío, que no llega a desvelarle a Sara ni a nadie.

11. Lo mejor será que el fuego actúe.
Todos los personajes comparecen ante el procurador general. Sara niega saber qué causa redujo a ese estado a Valerio. La guardia afirma conocer la existencia del cadáver por una nota anónima. Por su parte, Carla culpa a Valerio de su propia "muerte" por sus experimentos con magias de Oriente, dato que prefiere que se mantenga oculto. El hermano de Carla, Francesco, propone que el cadáver sea quemado para purificarlo del mal. Luca se opone a que lo quemen y confiesa que se le apareció en un sueño. El procurador resuelve que el cuerpo se deposite en la cripta del convento de la Caridad.

12. Veo algo turbio.
Como no retienen a Luca, se va corriendo al terminar el interrogatorio. Acude a casa de su primer benefactor (en el Capítulo), cuyo nombre es Alberto Foscari, a quien Luca cuenta todo lo que le ha pasado. Foscari sospecha que el estado de Valerio no se debe a "magias de Oriente", sino a otra cosa, y quiere que Luca le ayude a conocer la verdad. Le pide a Luca que trabaje para él de forma encubierta para ayudarle a averiguar qué pasa.

13. Te diremos qué has de hacer.
Luca anda de nuevo por las calles y un hombre de los Cottafavi lo encuentra y lo lleva ante Carla. Ésta lo alimenta y le ofrece otro "trabajo": que vigile al muerto en la cripta del convento, para que éste le vuelva a hablar en sueños. Le dan de comer y tres monedas de oro.

14. Lo he deslumbrado con el metal que más seduce.
Los Cottafavi cuentan con la posibilidad de mandar asesinar a Luca si no hace lo que le han pedido. Se ve, en el diálogo entre los hermanos, que Carla es ambiciosa mientras que Francesco no está muy atraído por sacarle pensamientos al semimuerto Valerio. Mientras, Luca va a otra vez a ver a Foscari y le cuenta lo que le ha pasado.

15. Me han dicho cosas que me han hecho temblar.
Luca va al convento por la noche y allí le reciben los Cottafavi. Los ve una joven monja, que es una encargada del convento para cuidar el cadáver. Todos se sorprenden al ver que el cuerpo está en una posición distinta a como lo dejaron por la tarde. Esa muchacha, Lucía, hablará a escondidas con Luca y confiarán el uno en el otro.

16. El tiempo tendría que volver a sus orígenes.
Luca y Lucía se encuentran a escondidas. Lucía le cuenta que el muerto la habló, con los ojos abiertos, y se le grabó a ella en la cabeza un largo discurso existencial que le dio, y una frase final: "Para que yo recuperara la vida, el tiempo tendría que volver a sus orígenes". Lucía va a añadir algo más que le ha dicho pero vienen monjas y se tienen que ir. En todo esto, Alberto Foscari está escuchando y observando escondido.

17. ¿Quién está ahí?
Carla y Francesco discuten. Francesco no está motivado para descubrir lo que se trata: un enigma que esconde el palazzo de Federico Gentile, el tío arquitecto de Valerio. Carla supone que en ese edificio se oculta una gran fortuna, en forma de joya o piedra preciosa, seguramente. En esa conversación aparece Sara Prandi, que estaba escuchando. Se manifiesta como quien hizo la denuncia anónima del cadáver de Valerio, y se encara con Carla.

18. A ambos lados del abismo.
Luca y Alberto Foscari se encuentran y hablan a escondidas. Foscari le pide que siga actuando con Carla. Así lo hace Luca, quien es conducido por ella ante el cuerpo de Valerio. La mujer prende unos cristales de una especie de incienso que drogan a Luca: ella quiere que vuelva a hablarle en sueños y le desvele el secreto del palazzo. Luca, que sigue consciente, escucha cómo Carla se confiesa como la artífice del estado de Valerio, envenenado por ella. Mientras, el hombre de los Cottafavi ha capturado a Sara Prandi, que supuestamente va a asesinar.

19. Con la primera luz del alba.
Luca entra en contacto con el pensamiento de Valerio y éste le dice que se rinde, que "la clave del palazzo está en el ladrillo trescientos treinta y tres". Carla lo despierta con otra droga y Luca transmite esa información. La perversa mujer a continuación unta los labios de Luca y de Valerio con un veneno de efecto retardado, y ordena su hombre que se deshaga del muchacho. Lo siguiente que sucede es que llega el doctor Olmi y dictamina que el cuerpo de Valerio ya no tiene nada de vida.

20. A pesar de todo, te he vencido.
Carla sale del convento, va a su casa y mira el plano del palazzo de los Gentile. Localiza el ladrillo en el plano y luego va al edificio. Empieza a romper el ladrillo a golpes con una barra, pensando que ahí se oculta una joya. En cambio, lo que ocurre es que se resquebraja todo y se desmorona el edificio entero sobre ella.

21. Un viento de locura.
Se narra al lector el resto de información necesaria para comprender lo sucedido: cuando Valerio se sintió enfermo (envenenado por Carla), quiso encerrarse en la casa de su tío. Él ordenó a Sara Prandi que no dejara entrar a nadie. Se da comienzo al juicio y está allí Alberto Foscari, de quien se sabe ahora que fue el anterior procurador general. Se acusa a la fallecida Carla de la intoxicación de Valerio y a su hermano Francesco de potencial cómplice, sobre todo por saber del envenenamiento y proponer que quemaran el cuerpo de Valerio, cuando todavía estaba vivo.

22. ¿Me convertí en un verdugo?
En un hospital están Sara Prandi, con la cabeza vendada, Valerio Gentile y Luca. Sara declara que fue golpeada en la cabeza por Carla. Los demás se recuperan de la sustancia venenosa aplicada a sus labios por la Cottafavi. El médico, Olmi, también explica que Valerio, antes de "morir", le pidió que le declarara muerto aunque no lo estuviera, para engañar a Carla. Valerio cuenta que el secreto del palazzo era una técnica arquitectónica, el "remolino estático", que se desarrollaba a partir de un solo ladrillo (el 333). Confiesa haber enviado a Carla a la muerte, pero el procurador decide declararlo inocente.

23. Mirada final.
Capítulo a modo de epílogo. Alberto Foscari acoge a Luca en su casa. Valerio es inocente y queda Carla como única culpable de su propia muerte, al no tener derecho a entrar en aquella casa. Lucía es acogida por Valerio, que acaba siendo dama de honor cuando se casa con una mujer de su status social (una dama de Bolonia). Francesco enterró a su hermana discretamente y se fue de la ciudad un tiempo; luego volvió y llevó una vida solitaria.


Apuntes y comentarios

Hay en la técnica narrativa algo que llama la atención: una mutación del tipo de narrador. Casi media novela, desde el punto de vista cognoscitivo, está desarrollada por un narrador limitado: hasta el capítulo 14 de la novela, el narrador (heterodiegético, no forma parte de la historia) sabe lo que sabe Luca, de manera que el lector ve y comprende lo que rodea a este personaje desde el punto de vista de éste (focalización interna, según Genette). Cuando Carla Cottafavi empieza a tomar acción, el narrador pasará a ser omnisciente
Como crítica ligeramente desfavorable, hay que decir que el narrador del primer estilo llega a cansar, al observar constantemente a Luca (de hecho, ese nombre se repite machaconamente). Además, el tiempo interno pasa de manera muy lenta; es prácticamente isocrónico ese tiempo con la velocidad de la lectura; hay casi una simultaneidad del tiempo narrativo. No hay prácticamente elipsis, salvo cuando Luca se duerme. No hay descripciones que detengan la acción, que se mantiene siempre constante, ni monólogos interiores ni enunciados largos de personajes en estilo indirecto libre (los hay breves, de Luca). Pero se echan en falta pausas que espacien la acción.
Todo esto cambia a partir del capítulo 14, cuando cambia la focalización y vemos qué hacen y qué dicen otros personajes. Ya sabemos más que Luca, el narrador nos está dando más piezas del puzzle.
Hay algún punto de cinismo en este último narrador, que hace como que no sabe algunas cosas, aunque detrás de él esté el autor, que inventa la historia y lo sabe todo. Por ejemplo (p. 159): "Luca se prometió que él y Lucía volverían a encontrarse. Por lo que se sabe, su deseo se cumplió". El autor/narrador lo sabe perfectamente, pero lo deja así, para jugar con la verosimilitud.

En cuanto a la trama, no se explica cómo consigue el "hombre muerto" comunicar mensajes telepáticamente. Es el punto más inverosímil, como también es inverosímil que el procurador general y todos los demás vean como "normal" y respetable que un hombre incapacitado transmita mensajes mentalmente a un niño (y si estuviera consciente, sería igual de increíble).
Tampoco se entiende cómo el hombre inconsciente transmite unas veces mensajes de ayuda, y otras, pensamientos autobiográficos sin relevancia en la trama. En este último caso, cuando le habla a la monjita, Lucía, parece incongruente que, en vez de decir "socorro, me han envenenado y esa arpía de Carla quiere sacarme un secreto que oculto en mi casa", Valerio suelte un largo monólogo existencialista, en el capítulo 16.
Dicho monólogo llama mucho la atención, y no solamente porque esté en letra cursiva. Parece un texto independiente, como si el autor lo hubiese escrito en algún otro momento con intención lírica, quizá hablando de sí mismo. Lo transcribo aquí completo porque alguna vez me he podido identificar con el sujeto lírico que enuncia el texto:

Navego por un mar más negro que la noche. Conozco el dolor de no existir, y el espanto de tener el pensamiento prisionero en un cuerpo que no siente ni se mueve, en un organismo muerto. Pero no he muerto aún. Estoy en equilibrio entre dos mundos, aunque ya sólo puedo ser memoria y sueño. Soy joven todavía, pero mis ojos han visto muchas cosas: fabulosas ciudades de Oriente, espejismos más hermosos que un deseo, y todas las luces del cielo y de los mares. Conocí el esplendor de los templos antiguos donde cada plegaria era esperanza entre los mármoles. Soy joven aún, o lo fui mientras vivía, pero he visto surgir el sol entre las dunas de siete distintos desiertos. Bajo mis pies, la tierra ha temblado tres veces, y he visto el océano enloquecer como si quisiera tragarse un continente. He conocido muchas gentes, y he amado a distintas mujeres que, en parte, eran el mismo ser con rostros y cuerpos diferentes. Ellas me enseñaron a conocerme y me ayudaron a ser como soy. He oído tambores y clarines en lejanas guarniciones de frontera. He escuchado, temblando de emoción, el paso de las nubes en largas noches cálidas, mientras tañía un laúd que tenía más de mil años. He conocido la embriaguez del placer, la tristeza por una ausencia, y casi todos los dolores y alegrías del cuerpo..., pero ahora yazgo como muerto, desposeído de todo, ciego para el mar que está tan cerca y para las visiones de la vida, sordo a los sonidos del viento acariciando los bosques, y sordo también a las hermosas palabras de las lenguas que conozco. Estoy aislado en un oscuro lugar donde no hay espacio ni respuestas, y cada hora se te hace interminable, aunque, lleno de miedo, temes que sea la última. Siempre pensé que es muy triste conocer la dicha de vivir, y saber a la vez que no es para siempre. Pero lo que ahora me ocurre es muchísimo peor: morirse tan despacio como si tuvieras toda la eternidad para morirte, ansiando más y más cada hora las dichas y bellezas de la vida que has perdido para siempre.

Joan Manuel Gisbert, El secreto del hombre muerto. Madrid: Santillana. Pp. 99-100.

No es difícil comprender la expresión metafórica de estar muerto en vida, de no poder moverse. En el libro ese estado lo es literalmente, pero el texto puede comprenderse de esta otra manera. Las grandes cosas que ha presenciado durante su vida recuerdan a las últimas palabras de Rutger Hauer en Blade Runner, por citar un ejemplo del tópico del repaso de grandes momentos de un moribundo. En el caso que nos atañe, aunque conste la tesis del texto independiente, se ciñen a la novela los datos sobre Oriente, por donde viajó el personaje.
Es muy interesante esta oración: "he amado a distintas mujeres que, en parte, eran el mismo ser con rostros y cuerpos diferentes". Esta reflexión la hemos tenido muchos, de uno y otro sexo. De hecho, en otra película, La última tentación de Cristo, cuando Jesús está crucificado y duda entre sufrir el martirio y cambiar el mundo, o bien salvarse y quedarse con la mujer que ama, oye decir "todas las mujeres son la misma". Ese tipo de revelaciones son mortales, porque acaban con el entusiasmo de buscar nuevos caminos, de explorar lo desconocido y, a fin de cuentas, acaban con la alegría de vivir, aunque otorguen cierta sabiduría. (Y desde mi punto de vista actual, cuando uno piensa que todas las mujeres son la misma, es que él es el mismo con todas las mujeres, por eso se comportan igual ante él. Lo que hay que hacer es cambiar uno para que cambie la realidad. Inviértanse los términos si el lector de esto es una mujer.)

Lo existencial y ajeno a la narración del pasaje se remarca con la oración que dice Lucía que Valerio le dijo después:

Para que yo recuperara la vida, el tiempo tendría que volver a sus orígenes.

Aquí hay una reminiscencia de ideología romántica o de las aportaciones filosóficas de escritores como Hermann Hesse, donde la solución ante los problemas de la realidad ingrata que le rodea a uno es un regreso interior, íntimo, a la infancia como válvula de escape. "El tiempo tendría que volver a sus orígenes" alude al único tiempo que conoce uno en vida, el origen de la suya propia, es decir, tiene que renacer. En ese renacer uno puede cambiar radicalmente de concepción ante la vida y afrontar las cosas de manera intensa, experimentando y sintiendo como en la juventud, cuando todo es novedoso. Es así como quizá se pueda "recuperar la vida".
También puede referirse ese tiempo al origen de todo, no de la propia vida de uno. En este caso, estaría hablando de la Edad de Oro que tan bien se encargó Cervantes de exponer en la primera parte del Quijote. Pero pretender o desear que cambie la realidad para que mejoren las circunstancias personales es chocar una vez más con la realidad.

En todo caso, este fragmento es el verdadero secreto del hombre muerto



14 comentarios:

  1. Todo muy bien resumido, tal cual la historia del libro.Y sin ausencia de detalles.10/10

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  2. Muy bien resumido,excelente para el estudio 😃

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  3. Un resumen perfectamente detallado. 10/10
    Me ayudaste mucho en un examen...

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  4. Muy bien explicado todo como tanto el resumen o como los personajes

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  5. Resume las acciones más importantes de ambos capitulos del cuento "el secreto del hombre muerto"

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  9. El libro es malísimo

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  10. Me ayudaste con la tarea bro gracias no tuve que resumir yo y además entendí todo graciass de nuevooo

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